La comunicación sigue siendo una asignatura pendiente en la mayoría de las administraciones públicas de Iberoamérica, sin embargo comienzan a darse pasos importantes en incorporar oficinas de comunicaciones en prácticamente todas las entidades y en visualizar la actividad como un asunto importante en la vinculación entre Estado y ciudadanía.
La deuda se manifiesta en la falta de interés en la actividad y en el respeto que ella supone para el fortalecimiento local. Así mismo no se ha logrado incorporar a las gestiones la idea de Comunicación Pública, por lo que en muchas realidades prima el interés por la propaganda, la cual se posibilita por la falta de planificación de esta actividad y por la falta de profesionales con carrera funcionaria en el área.
El trabajo de Comunicación Pública se inicia con la identificación de la vocación de servicio del territorio. La tarea debe incluir el empoderamiento, la participación y la acción conjunta entre la institución pública y la ciudadanía, con el objetivo de construir (o descubrir) la identidad del lugar y de sus habitantes.
La tarea debe, además suponer un ejercicio democrático y de gobernanza que como resultado genere un escenario en que la ciudadanía recupera la confianza en su institución y en sus representantes.
Son cuestiones fundamentales para alcanzar una correcta actividad de Comunicación Pública:
1.- Tener siempre presente que el fin que persiguen las organizaciones públicas es el bien común y la rentabilidad social y ello marca una diferencia fundamental con los objetivos del área privada.
2.-Los responsables de los gabinetes de comunicación, deben ser profesionales, periodistas o con carreras a fines, que sepan lidiar con la inmediatez y con las agendas políticas que muchas veces les hacen perder el norte y no les permiten un trabajo planificado y enfocado al largo plazo.
3.- La comunicación se debe planificar, ya que para el trabajo eficiente y eficaz de la Comunicación Pública, es fundamental tener una hoja de ruta a través de la cual avanzar a paso firme y con objetivos claros, por lo que se requiere elaborar un documento – un Plan de Comunicación- que ordene la acción y priorice tareas y objetivos para el periodo.
4.- Cuando se ha trabajado en la creación y consolidación participativa de una marca para el territorio, se ha diferenciado la comunicación interna de la externa y se tiene un recorrido definido a través de un Plan de Comunicación, la tarea de la vocería puede resultar más sencilla y llevadera.
5.- Los medios técnicos favorecen la labor de difusión y llegada a la comunidad. Es importante buscar presencia en todos ellos ya que su función es complementaria. En la actualidad las redes sociales se suman a la labor de estar en permanente contacto con la ciudadanía y por lo mismo se deben emplear como un recurso válido, que debe ser trabajado con responsabilidad y respeto.
6.- Las crisis y situaciones imprevistas requieren de respuestas medianamente preparadas para lo cual debe haber coordinación dentro de la institución y se debe contar con voceros preparados para dar respuestas.
7.- Los recursos económicos generalmente escasos no deben frenar el trabajo comunicacional. En muchos casos la creatividad y la voluntad política, suman más que lo económico.
Sin duda falta mucho trabajo para cambiar las cosas y para que la Comunicación Pública logre consolidarse como actividad al interior de las administraciones… no obstante se debe reconocer que hoy nadie discute la importancia del trabajo comunicativo y que las administraciones públicas ya incorporan la tarea como parte importante de su gestión.
@ladroncita1
[1] Estas conclusiones fueron extraídas al finalizar el 1er módulo del Diplomado Internacional en Comunicación Pública, desarrollado por la Sede en Granada de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y del cual tengo el honor de ser Coordinadora Académica. junio de 2014